Cuando se habla de un nuevo teléfono insignia, especialmente de una marca como Samsung, uno esperaría escuchar palabras como “revolución”, “salto tecnológico” o al menos “mejoras notables”. Pero con las filtraciones recientes del Galaxy S26 Ultra, lo que está dando de qué hablar no es precisamente eso… sino la decepción.
Y es que, aunque la expectativa era alta, las primeras especificaciones reveladas nos dejan con una sensación tibia, como si el S26 Ultra se hubiera conformado con lo justo. Lo más llamativo —para mal— es que mantiene exactamente la misma batería de 5,000 mAh que su predecesor. Nada de silicio-carbono, ni grafeno, ni un salto en capacidad que haga justicia al potente hardware que planea incorporar.
Esto resulta preocupante si recordamos que el nuevo chip que llevará en su interior, el Snapdragon 8 Elite 2, viene con una demanda energética considerable. Incluso se ha recomendado que los móviles que lo usen cuenten con baterías de al menos 6,000 mAh. Pero Samsung parece no haber escuchado.
Pocas mejoras, y muy discretas
En el apartado fotográfico, más de lo mismo. El sensor principal sigue siendo de 200 megapíxeles, el teleobjetivo de 50 MP con zoom óptico de 5x tampoco cambia. La única mejora real está en un segundo teleobjetivo, que sube apenas de 10 a 12 MP con zoom óptico de 3x. A nivel práctico, no es una evolución que sorprenda.
Eso sí, podría haber una mejora en la carga rápida, pasando de los 45W actuales a unos posibles 65W… aunque otros reportes apuntan que incluso eso podría quedarse igual. Un avance, si se da, pero tampoco como para emocionarse.
Más delgado, más ligero… pero, ¿vale la pena?
En lo estético, sí hay novedades. El S26 Ultra sería más delgado y ligero que el futuro iPhone 17 Pro Max, bajando hasta los 7.8 mm de grosor, con un cuerpo de titanio que promete resistencia y elegancia. También se habla de una diferencia de peso considerable respecto a la generación anterior.
Por dentro, encontraremos una pantalla OLED de 6.9 pulgadas con tasa de refresco de 120 Hz, el ya conocido S-Pen (aunque sin conectividad Bluetooth), 16 GB de RAM LPDDR5, y opciones de almacenamiento de 256 GB, 512 GB y hasta 1 TB. Todo esto impulsado por un sistema de refrigeración que promete una cámara de vapor 120 % más grande para evitar el sobrecalentamiento del procesador.
¿Mucho ruido para tan pocas nueces?
Lo curioso es que todo esto llega con medio año de anticipación: se espera que el S26 Ultra sea lanzado en enero de 2026, pero ya sabemos bastante sobre él. Y ese “bastante” no está siendo tan impactante como muchos esperaban.
Con una competencia que ya comienza a adoptar baterías más grandes y tecnologías más avanzadas, la jugada de Samsung parece conservadora. Tal vez confíen en la solidez de su ecosistema, en la lealtad de sus usuarios o en que las mejoras internas, como la IA y la refrigeración, compensen el resto.
Pero, de momento, la sensación general es clara: el Galaxy S26 Ultra no está sorprendiendo, y si no hay un cambio de rumbo antes del lanzamiento oficial, podría quedarse corto frente a lo que otras marcas están preparando.

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